Por Federico Depetri (*)
Pero yo estoy seguro
que los extraterrestres
deben venir en son de paz.
Por eso le pedimos que traigan amor,
mucho amor a esta civilización tan necesitada de paz.
“Fabio Zerpa tiene razón”, Andrés Calamaro
La FIFA, ese monstruoso organismo que organiza el futbol de todo el mundo, nuclea 209 asociaciones de distintos países, un número que supera en 17 a las naciones que forman la ONU.
Con ese simple pero elocuente dato, se puede reflejar lo que ya todo el mundo sabe desde hace décadas: el fútbol es el rasgo cultural más importante que nos atraviesa, a nivel planetario y sin importar raza ni color. Y con todas las particularidades que pueden existir en este complejo mapa, hay una idea común de lo más cercano a la perfección que se ha alcanzado en este deporte: Diego Armando Maradona.
Algunos dirán que prefieren defenderse a atacar. Otros creerán que es mejor presionar en ataque a hacer el achique. Estos elegirán gustar y golear, y aquellos se conformarán solo con ganar. Allá habrá estadios gigantes y presupuestos multimillonarios, y por acá apenas se saldrá del amateurismo.
Pero la mayoría de quienes concentran su atención en el juego de la pelota y los goles, coincidirán en que el Diego es la máxima variable que hizo al fútbol definitivamente mundial. Y maravilloso.
Maradona es lo que todos quisimos ser, pero no se lo perdonamos, porque no lo hizo como nosotros, simple terrenales con problemas de sobrepeso o temor a los extraños, creemos que es cómo se deberían hacer las cosas. Suponemos que podemos dar todos los juicios de valor hacia una persona que conoció todo lo que se puede conocer, aunque le peleemos al home banking o andemos cazando una buena oferta con tal de ahorrar y llegar con lo justo a unos días en la costa.
El punto es que Diego dijo que Cristiano Ronaldo tendría que ganar el Balón de Oro de este año. Traición, gruñeron algunos. No puede ser que este tipo diga que no lo tiene que ganar Messi. Traidor, negro traidor.
Pero estos que lo señalan son los mismos que miles de veces le pidieron al astro un gesto de madurez y razón. Y cuando lo da, actúan como ese Diego desquiciado, eternamente oficialista o francotirador del Vaticano (¿miren si hubiera dicho lo de los techos de oro ahora, con Francisco en el trono? Ni quisiera imaginar el escándalo), al que siempre crucificaron.
Sí señores. Maradona tiene razón, Messi no puede ganar ese premio. El diez del Barcelona es el mejor de todos, lejos, pero el lauro engloba otras cosas: desempeño individual, gravitación grupal y logros en la temporada. Y lo cierto es que sus rivales —Ribery más que Cristiano Ronaldo— merecen quedarse con la distinción.
Pero si lo dice Maradona, es un vendepatria, drogón, loco, o impresentable.
Después Diego aseguró que Argentina saldrá campeón en el Mundial de Brasil del año que viene. Y de Lio dijo que “los argentinos no sabemos disfrutar de lo que tenemos, no sólo en lo futbolístico sino en la vida en general. Siempre hay algo para decir o comparar. Déjenlo a Messi tranquilo, no lo comparen más».
Sin embargo, de ese roble nadie pudo hacer madera y la noticia, por normal, pasó desapercibida. Pero vos, Diego, tranquilo: tenés razón.
(*) Periodista.