Por Mariano Pérez de Eulate (*) – Columna del diario El Día de La Plata
Con la Presidenta recluida las últimas 48
horas, el kirchnerismo territorial era ayer un espacio golpeado esperando instrucciones. A nadie le quedaba muy en claro qué rumbo tomará la campaña en los próximos dos meses y, sobre todo, si habrá algún tipo de cambio en la lógica de gobierno luego de la ola nacional de voto castigo que se registró en las elecciones Primarias del último domingo.
Cualquier observador que quiera guiarse por la historia de acción del kirchnerismo luego de momentos adversos, estará tentado a decir que Cristina intentará un salto hacia adelante porque está en su ADN político. Ejemplos de esa estrategia fueron, luego de la derrota del 2009 que sufrió su difunto esposo, el impulso a la Ley de Medios, la reforma electoral que parió, justamente, las Primarias Abiertas o el recambio de gabinete del que salió eyectado Sergio Massa, su actual verdugo en el bastión bonaerense.
MOMENTOS DISTINTOS
Por cierto, la Presidenta parece tentada a equiparar aquella caída legislativa de hace cuatro años –que consagró ganador a Francisco De Narváez- con el cachetazo de las recientes PASO. Al menos eso puede inferirse de las palabras que ella misma pronunció el domingo casi a la medianoche, cuando los números mostraban una tendencia indescontable en favor de Massa: se refirió a la “recuperación” evidenciada por el Frente para la Victoria en los dos años posteriores a esa derrota, que culminaron con su contundente reelección.
Asoma como un error igualar ambos momentos. Hace cuatro años había, en verdad, una situación muy diferente a la que se inscribe la derrota del domingo.
Por empezar, el kirchnerismo podía jugar con la idea de la continuidad más allá del 2011 y sin violentar la Constitución. Porque la propia Cristina transitaba recién su primer mandato y porque, además, Kirchner podía aspirar a un regreso a la Presidencia, en un juego de alternancias con su esposa que lo seducía bastante. Ahora Cristina se enfrenta a la inexorabilidad del fin de su gestión y no ha moldeado a ningún delfín.
En segundo lugar, la economía dio una mano notable a la recuperación política de la Presidenta y la soja, ese yuyito bendito, fue un motor importante. Ahora es evidente que hay signos de desgaste en el “modelo”, con una inflación innegable, salida de divisas a pesar del cepo, problemas energéticos severos, retracción de inversiones y demás.
En tercer lugar, el gran vencedor de aquel año, De Narváez, le hizo un favor enorme al Gobierno: durmió en los laureles de su victoria, sin capitalizar política y territorialmente el triunfo e intentando buscar durante un año el improbable vericueto judicial que le permitiera ser candidato a presidente, algo que la Constitución le veda por haber nacido en otro país. Massa muy difícilmente pise el freno si se consagra en la elección verdadera de octubre y Tigre asoma ya desde ahora como el nuevo punto de peregrinación de la dirigencia del peronismo bonaerense.
En cuarto lugar, un año después de la caída electoral de 2009, falleció Kirchner. Ese hecho político, el más trascendente de los últimos años, resultó un envión fenomenal para la Presidenta y generó una ola de empatía popular que concluyó en el 54 % de octubre de 2011. Ahora Cristina debe salir de este muy difícil momento sin su eterno sostén y guía político.
EL INTERROGANTE CENTRAL
Así las cosas, el interrogante que resuena en las usinas kirchneristas –y en diversos ámbitos políticos- es si Cristina escuchará lo que cantaron las urnas el domingo y fijará algún tipo de viraje a su gobierno o si, por el contrario, profundiza ese estilo de “ir por todo” que, visto el reciente resultado electoral, no le ha dado buenos frutos.
Algunas fuentes aseguran que la primera orden que bajó el lunes desde Balcarce 50 a los funcionarios y voceros habituales fue defender todo lo actuado en materia económica en los últimos tiempos. Lo que es igual a hablar, por ejemplo, de la sobre vida en el gabinete del secretario de Comercio Guillermo Moreno, una figura cuestionada y suerte de verdadero ministro de Economía.
Otra versiones indican que la Presidenta barrunta un anuncio fuerte, de alto impacto social: la modificación del esquema del impuesto a las ganancias, de manera de eximir a más trabajadores y jubilados del mismo. De confirmarse, habrá que ver cómo se maneja. Si es un anuncio a futuro o si se pretende la poca probable idea –por lo complicado de aplicar- de hacerlo retroactivo. Ella misma aseguró el domingo que no iban a verla prometer cosas que no pueda cumplir. Cuentan que Martín Insaurralde, el primer candidato a diputado nacional del FpV en la Provincia, ruega por un giro de este tipo.
El tema de Ganancias es una espina para el Gobierno. Empezó siendo un reclamo sindical, bandera sobre todo del opositor Hugo Moyano. Pero durante la campaña, con un hábil discurso y la jugada de la presentación de un proyecto de ley, se la apropió el tigrense Massa. Al punto que representó, junto con la problemática de la inseguridad, uno de los ítems fuertes de su propuesta.
SEÑAL POLITICA
Pero la principal señal de Cristina que se aguarda en el kirchnerismo para los próximos dos meses tiene que ver más con lo político. Es que, admiten los operadores de siempre, existe allí la necesidad real de recuperar votos en la Primera Sección electoral, en el norte y oeste del conurbano, donde Massa le propinó al oficialismo una paliza más amplia de lo que el Gobierno esperaba; y de mejorar lo hecho en la Tercera Sección –sur del GBA-, donde el FpV logró imponerse por sólo 5,4 puntos, a pesar de que es la zona más fuerte del cristinismo.
En este sentido, se presume inevitable ahora un fuerte control sobre los intendentes identificados con el Gobierno, siempre sospechados de jugar a dos puntas para salvar su realidad distrital, que incluye una selectiva generosidad –más de la habitual, digamos- de la descomunal chequera para obras públicas que maneja el ministro Julio de Vido. ¿Alcanzará?
(*) Periodista.