Por Eloy Gómez Raverta – Especial de F5 Diario
Desde ayer, en mi foto de perfil de Facebook está la bandera francesa. Es la forma que encontré para expresar mi repudio a la cadena de atentados que soportó París y que le costó la vida a más de un centenar de personas inocentes.
Por otro lado, también condeno con firmeza las matanzas en Siria. Y el desprecio con que las potencias europeas se desentienden de los miles de migrantes que escapan de la barbarie, cuyo rostro más cruel se manifestó hace unas semanas atrás, con la desgarradora imagen del chico de la playa, inmortalizada por el fotógrafo de la agencia de noticias Reuters, Nilufer Demir.
Aylan Kurdi, el niño de 3 años que apareció sin vida en una playa de Turquía, vivía en Kobane, una ciudad en el norte de Siria que este año fue escenario de enfrentamientos entre el estado islámico y los combatientes kurdos. Su familia quiso huir del horror y su intento por una vida mejor terminó en drama.
Cualquier tipo, forma, modelo de terrorismo merece mi más profundo desprecio. El terrorismo político, el religioso, el que sea. Nada justifica la violencia, absolutamente nada. Nada justifica la violencia y la muerte en el primer mundo europeo, en el tercer mundo árabe o en cualquier lugar de nuestro bendito planeta Tierra. Pero, sinceramente, no entiendo por qué en este momento de extremo dolor que viven los franceses, surgen voces que descalifican o intentan condicionar los mensajes de solidaridad.
Renuevo mi solidaridad con los familiares de las víctimas y con el pueblo francés todo, lo que no implica apoyar los bombardeos que el gobierno de ese país dirige sobre Siria y mucho menos con los eventuales ataques que pueden disponerse para “vengar” la masacre.
Al decir que actuará «de forma despiadada», François Hollande recuerda al George W. Bush posterior al 11 de septiembre de 2001. El presidente francés aplicará un remedio que de antemano sabe no curará el mal de fondo, pero sí le servirá para acallar el frente interno.
Los que alzan la voz y cuestionan los gestos con los franceses, interpelan: ¿por qué no te solidarizaste con las víctimas sirias? Si no lo hicimos, estamos a tiempo. Nunca es tarde para condenar, repudiar, demandar, exigir y luchar para que NUNCA MÁS el terrorismo logre sembrar terror. Para que NUNCA MÁS un gobierno solucione conflictos a bombazos. Una cosa no quita la otra.
En Buenos Aires, Nueva York, Madrid, Londres o París, el terrorismo mató a miles de personas inocentes. En la Franja de Gaza o en Raqqa, la capital del estado islámico de Siria, la pérdida de vidas humanas por el fuego aéreo es aterradora.
La solidaridad no tiene banderas, pero hoy le toca a Francia.
(*) Coordinador General de la Red de Comunicadores (ComFIO) de la Federación Iberoamericana del Ombudsman (FIO). Director de Prensa de la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires. Periodista. Director de f5diario.com.ar