27-02-2019

Latinoamérica para los latinoamericanos

Por Dolores Gandulfo (*) – Columna de la Agencia Télam

Dolores GandulfoAmérica Latina se ve inmersa en una severa crisis de representación y pareciera que el 2019 aceleró el quiebre del sistema político venezolano que ya mostraba cierta fragilidad. Han pasado sólo dos meses y Venezuela atraviesa el dilema de los «dos presidentes», ha roto relaciones diplomáticas con Colombia, y recibe fuertes presiones internacionales para que Nicolás Maduro renuncie, a un mes y medio de haber jurado por un nuevo período presidencial.

Con la crisis política sobreviene la debacle económica. Actualmente Venezuela no puede hacer uso del dólar como moneda internacional, ni negociar transacciones a través de dicha divisa, eliminando la posibilidad de negociar acuerdos con entidades financieras internacionales. Asimismo el 97% de su PBI depende del petróleo, lo que significa que las sanciones impuestas por Estados Unidos a la petrolera PDVSA así como la congelación de sus activos en el país norteamericano y de los ingresos que genera la venta del petróleo, impactan fuertemente en la economía. Según el último informe presentado en noviembre de 2018 por la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y por la Organización Internacional para las Migraciones, son más de tres millones los venezolanos que han migrado, 2,4 millones con destino a algún país latinoamericano. Con escasez de alimentos y medicamentos, la crisis social se sigue profundizando.

Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay, y Perú -países miembros del llamado «Grupo Lima»- se reunieron este lunes en Bogotá, Colombia, junto a Juan Guaidó y el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence. Dentro de las conclusiones de la reunión expresaron «su compromiso en favor de la transición democrática y la reconstrucción institucional, económica y social en Venezuela, destacando que la permanencia de Nicolás Maduro y su régimen ilegítimo en el poder representa una amenaza sin precedentes a la seguridad, la paz, la libertad y la prosperidad en toda la región».

Sin embargo, al mismo tiempo, y en contra de cualquier tipo de intervención extranjera, la declaración resalta «la convicción de que la transición debe ser conducida por los propios venezolanos pacíficamente en el marco de la Constitución y el derecho internacional, apoyada por medios políticos y diplomáticos, sin uso de la fuerza».

En igual sentido, el ex presidente español Felipe González destacaba que es esencial devolver el conflicto a su esfera original, que es América Latina. Venezuela no debiera recrear un episodio más de la lucha geopolítica entre Estados unidos, Rusia y China.

Los pueblos de Latinoamérica y el Caribe, fieles a una tradición y a una cultura de paz, han sido capaces de contribuir a la construcción de un marco jurídico de resolución pacífica de controversias para la región, y para todo el mundo. Antecedentes históricos como las Doctrinas Calvo, Drago, Tobar y Estrada, plantean la capacidad de la región para resolver sus controversias pacíficamente y sin la injerencia de potencias extranjeras.

La región necesita fortalecer la institucionalidad democrática y tiene las herramientas para hacerlo. No se trata de reemplazar las instituciones vigentes, como la reciente idea de creación de ProSur; sino de identificar sus falencias y buscar estrategias que las revitalicen y sirvan a los objetivos para las cuales han sido creadas.

(*) Licenciada en Relaciones Internacionales (USAL). Coordinadora del Observatorio electoral de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe (Copppal). Profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad del Salvador.