30-01-2023

América Latina, una región mortífera para los periodistas

Por Eric Nagourney (*) – The New York Times

En todo el mundo se reportaron 67 asesinatos de trabajadores de la prensa en 2022, según una organización periodística sin fines de lucro. Y casi la mitad se cometieron en la región.

Eric Nagourney

Incluso cuando hay periodistas de todo el mundo cubriendo el mayor conflicto en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, la región más mortífera para los reporteros el año pasado fue Latinoamérica, donde la violencia contra los integrantes de la profesión aumentó a nuevos niveles, indicó un grupo de monitoreo el martes.

En todo el mundo se reportaron 67 asesinatos —la mayor cantidad en cinco años— y casi la mitad de ellos sucedieron en la región, señaló el Comité para la Protección de los Periodistas en su reporte anual.

“A pesar de que los países en América Latina se encuentran nominalmente en paz”, indicó la organización periodística sin fines de lucro, “la región sobrepasó el alto número de periodistas fallecidos en la guerra de Ucrania”.

Solo en México se reportaron 13 de las muertes, la cifra más elevada que se ha constatado en ese país durante un solo año, indicó la organización. En Haití se reportó el fallecimiento de siete periodistas.

En Ucrania, donde el conflicto ha matado a un estimado de 40.000 civiles desde la invasión de Rusia en febrero pasado, 15 personas de la industria periodística fueron reportadas como fallecidas.

Pero ahí los periodistas cubrían un combate, no la vida cotidiana.

En América Latina, dijo el comité de periodistas, los reporteros enfrentan la muerte si cubren temas como la corrupción, la violencia de las pandillas y el medioambiente.

Katherine Corcoran, corresponsal veterana en México, comentó el martes que era más peligroso para los reporteros locales, que no cuentan con las protecciones de quienes laboran para organizaciones de medios internacionales.

“Simplemente sigue empeorando”, dijo Corcoran, autora de un libro de 2022 que examina los ataques a la prensa en México.

Por contradictorio que parezca, dijo, el momento más peligroso para ser periodista a menudo no es cuando un gobierno autocrático tiene el control total y las autoridades pueden llegar a sentir que “realmente no hay necesidad de matar a un reportero”, sino cuando la democracia comienza a arraigarse y los centros de poder se desplazan.

Las muertes de al menos 41 de los periodistas y trabajadores de los medios del año pasado estuvieron directamente relacionadas con su labor, dijo el Comité. Resaltó en particular la muerte a tiros de Shireen Abu Akleh, corresponsal experimentada de televisión de origen palestino estadounidense, así como las muertes de cuatro periodistas de radio en Filipinas que habían estado cubriendo política local y corrupción.

En México, los reporteros dicen que cumplen con su labor con temor y que incluso ser un periodista prominente ya no parece ser una protección.

En diciembre, hombres armados a bordo de una motocicleta dispararon contra un conocido presentador de televisión afuera de su hogar en la capital. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ofreció palabras de alguna manera comprensivas al conductor, pero muchos en el gremio aseguran que su postura abiertamente hostil hacia la prensa los ha puesto en riesgo.

Incluso aquellos que intentan evitar cubrir a los narcotraficantes en México, conocidos por su violencia, y se enfocan en, por ejemplo, la corrupción, a veces descubren que dicha trayectoria de reportería los conduce al negocio de las drogas, aseguró Corcoran.

En Haití, donde las crueles pandillas actúan con libertad en algunos barrios, el Comité para la Protección de los Periodistas señaló que el problema era la erosión generalizada del Estado de derecho y la emergencia humanitaria del país.

En octubre, Roberson Alphonse, un reportero de radio y periódico veterano que ha cubierto la corrupción y la violencia de las pandillas, recibió varios disparos de camino a su trabajo en la capital, Puerto Príncipe, obra de hombres armados en una pequeña camioneta tipo pickup.

“Está bien, está bien”, dijo Alphonse el martes.

Dos meses después estaba de vuelta en el trabajo.

Alphonse, de 46 años, dijo que la violencia causaba que fuera más difícil que nunca que los periodistas haitianos desempeñaran su labor, en un momento en que es particularmente importante que lo hagan. Los ataques, dijo, no son solo contra la libertad de expresión sino también atentan contra el derecho de los haitianos a ser informados.

“Somos periodistas”, dijo Alphonse. “Así que debemos informar al público y al mundo sobre la escala de la violencia que ocurre en nuestro país”.

(*) Periodista de The New York Times.