Con tonos y señales de profundizar la kirchnerización del Frente de Todos, Cristina tomó la delantera electoral y se puso al hombro la campaña. Para Alberto y sus hombres, bajo perfil y roles secundarios.
Con la escenografía de entregar 10 mil tablets a escolares de Lomas de Zamora la vicepresidenta, Cristina Kirchner, volvió a plantarse en el centro del ring de la pelea política que decantará en septiembre en las primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO) y un par de meses después en las estratégicas elecciones legislativas de mitad de mandato.
Con precisión quirúrgica, CFK tomó la delantera en la campaña 2021, que según el cronograma electoral recién arranca oficialmente el 24 de julio. Lo hizo, desde Lomas de Zamora, con un acto muy cuidado y poniendo los puntos sobre las íes en algunas cuestiones emblemáticas para el folclore kirchnerista: la deuda con el FMI; las campañas opositoras desde los “medios hegemónicos” y el programa “Conectar Igualdad” que “desactivó” la gestión macrista.
Ahora bien, el perfil decididamente masivo de Cristina de las últimas semanas hay que asociarlo a las luces de alarma que se encienden en el oficialismo cada vez que repasan las encuestas, en donde la imagen del Gobierno y de sus hombres aparece absolutamente desdibujada y proyecta sombras y serias dudas sobre el futuro electoral.
La paliza en la elección en Jujuy, en donde el radical Gerardo Morales, le ganó por más de 30 puntos a los candidatos del Frente de Todos, terminó por acelerar lo que ya era una decisión tomada: que Cristina se ponga la campaña al hombro y salga a remar en cada rincón del país, pero sobre todo en provincia de Buenos Aires, a donde los números que arrojan los sondeos – aún de las encuestadoras afines al oficialismo- provocan fuerte inquietud.
Como ya lo hizo la semana pasada en el Hospital de Niños de La Plata, este jueves Cristina – desde el microestadio del Parque Municipal Eva Perón, de Lomas- redobló la apuesta y ensambló un mensaje duro contra la oposición encarnada en el ex presidente Mauricio Macri y su gestión, con la idea de empezar a torcer el rumbo y mejorar las posibilidades electorales del oficialismo.
En el acto en Lomas, la ausencia del Presidente expuso la “hiperkirchnerización” del Frente de Todos, que seguramente se profundizará durante la campaña, en la que Alberto Fernández tendrá asignado un papel secundario, de muy bajo perfil, al igual que su elenco de Gobierno, mientras los roles estelares los ocuparán Cristina, La Cámpora y sus socios, básicamente aquellos que tienen inserción en los sectores de clase media a donde los K no cosechan simpatías.
Para muestra vale un botón. Axel Kicillof, y el intendente de Lomas, Martín Insaurralde, acompañaron a CFK en la entrega de tablets, en tanto solo figuras del kirchnerismo más duro dijeron presente: la vicegobernadora Verónica Magario; el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro; el ministro bonaerense de Desarrollo de la Comunidad, Andrés «Cuervo» Larroque; y el senador nacional Oscar Parrilli, a quienes se sumaron algunos jefes comunales ultra K y dos espadas del Gobernador, el presidente de la Cámara de Diputados de la Provincia, Federico Otermín; y la directora general de Cultura y Educación, Agustina Vila. En cambio, los alfiles del Presidente brillaron y brillarán por su ausencia.