23-11-2015

Macri triunfó ante un peronismo que ya busca líder

El hombre de Cambiemos es el nuevo presidente tras imponerse en el balotaje y provocó el comienzo de la mudanza de piel en el Partido Justicialista.

macriTres puntos es la diferencia con la que Mauricio Macri se impuso ante Daniel Scioli y no solo marcó el fin de una era en la que el kirchnerismo definió durante 12 años una forma de construir el poder, sino que habilitó una serie de desafíos novedosos ante un escenario de evidente fortaleza nacional.

El candidato de Cambiemos no asume ante un panorama de descalabro social y económico, sino que lo hace en un país que, con múltiples deudas en diferentes materias, no llegó al extremo de la debacle, sino todo lo contrario: lo que debería ser la norma, en Argentina es todo lo contrario, y aquí un primer gran desafío para el presidente electo.

Desafíos

Macri encarna la figura de un político profesional que, hasta ahora, no ha parado de triunfar, ni con Boca ni desde que se lanzó a buscar votos, una rara avis en un país que ha hecho del “territorio” y “el aparato” la única forma de consolidar gobernabilidad.

Cabeza de una alianza a la que le sobró muñeca política gracias a la pata radical, el jefe de Gobierno porteño enfrenta una primera herencia que deberá sortear: el fantasma de aquella coalición que llevó al gobierno a De la Rúa, con varios puntos de contacto con este acuerdo, y deberá reducir a la mínima expresión aquella famosa alocución que sostiene que “no los une el amor sino el espanto”.

Para eso, por lo pronto, se encuentra con un país ordenado, con las cuentas lejos del rojo y con relativa calma social, donde la necesidad que se expresó fue, básicamente, cambiar unas cuantas formas y no el otrora aclamado “que se vayan todos”.

Macri tiene piso firme en el que sostenerse para enfrentar los desafíos económicos que se vienen, a lo que se suma otro gran reto, hacerlo ante un peronismo que, si bien está a la tarea de cambiar de pie, goza de cierta fortaleza propia.

Busca dueño

“Empatados”. Esa fue la primera reflexión del kirchnerismo, en este caso Aníbal Fernández, que esconde esconde una relativa verdad: con votos propios, la estructura que sostiene el partido que hoy conduce Cristina Fernández de Kirchner sigue siendo fuerte.

Un espacio donde los artífices de las victorias se multiplican pero los comandantes de las derrotas son unos pocos y bien visibles, Scioli se encuentra ante un momento en el que lo que ven sus ojos solo es el llano: sin armado propio significativo y sin ningún de plan B bajo la manga, su posición ante lo que se viene tiene, por lo pronto, poca claridad.

La presidenta también es un gran interrogante. Con el kirchnerismo duro reducido a un protagonista que solo habitará el Congreso, tal vez el lugar que menos comodidad le da, deberá torcer ese axioma que cuestiona la arrogancia del poder sin silla.

Para eso, los gobernadores peronistas ya comienzan a frotarse las manos. Con Sergio Massa y Florencio Randazzo, también artífices con gusto o no de la victoria macrista, mandatarios provinciales como Juan Manuel Urtubey o el saliente José Manual De la Sota, serán nombres gravitantes de cara lo que se viene.