Por Diego Batlle (*) – Columna de la Agencia Télam
El documental «El estafador de Tinder» se convirtió en un sorpresivo acaparador de audiencias en todo el mundo al punto que es top 10 en 92 países. Ese costado más sórdido de las redes y los docu-realities también tiene éxito en propuestas como “Fake Famous; Un experimento social irreal” o “Los limpiadores”.
Si bien esta columna se llama “Más allá de los algoritmos”, hoy vamos a “traicionarnos” centrándonos en aquellos documentales, películas de ficción y series que se sumergen en las zonas más oscuras de las redes sociales, las campañas políticas vía fake news y la fascinación por los comportamientos más perversos en los que el uso y abuso de los datos juega un papel esencial para influir en la segmentación, orientación, condicionamiento y, sí, manipulación de los usuarios.
Netflix – servicio de streaming que ha hecho de los algoritmos una de sus herramientas favoritas- informó que “El estafador de Tinder”, su flamante documental sobre el caso real de un israelí que haciéndose pasar por multimillonario ligado al negocio de los diamantes logró engañar a decenas de mujeres a través de esa aplicación de citas hasta sacarles unos 10 millones de dólares, superó en la última semana a todas las películas (incluidas las de ficción, claro) de la plataforma y llegó al Top 10 en 92 países (en el Reino Unido se mantenía primera hasta hace pocas horas).
La pregunta que surge de forma inevitable es por qué nos fascina esa combinación entre historias ligadas a las redes sociales que en muchos casos desembocan en el hoy tan de moda género de las true crime stories cuando entran en juego estafas o incluso crímenes.
El sensacionalismo o el voyeurismo pueden generar cierto desprecio desde una mirada más cínica o intelectual, pero son pocos los que se resisten a la tentación de observar las situaciones más extremas. El ingenio y hasta ciertos rasgos de genialidad por parte de psicópatas puestos al servicio del mal y la forma en que muchas veces esos castillos de naipes se desmoronan en segundos luego de largas y complejas construcciones resulta un proceso magnético que se sigue tanto con genuina fascinación como en forma de consumo irónico no exento de burlas y un tono superador en las mismas redes sociales.
Un fenómeno masivo como el de “El estafador de Tinder”, de todas formas, no es nuevo en Netflix, donde ya habían generado una amplia cobertura y debate en medios y redes una película de ficción como la polaca “Hater”, de Jan Komasa; y otros documentales como la serie “No te metas con los gatos: Un asesino en Internet” (precisamente de los mismos productores de “El estafador de Tinder”), “El dilema de las redes sociales” (un ensayo concientizador sobre el uso de los algoritmos para espiar, seducir y enganchar al usuario); “Fyre: La fiesta más exclusiva que nunca sucedió” (sobre un lujoso festival de música promocionado por influencers en redes que iba a realizarse en una isla en Bahamas y terminó en multimillonaria estafa); “The American Meme”, sobre la contracara de la construcción de los imperios de influencers como Paris Hilton, DJ Khaled, Emily Ratajowski, Josh Ostrovsky, Brittany Furlan o Hailey Bieber; y “Nada es privado” (“The Great Hack”), sobre el escándalo de Cambridge Analytica en el uso de datos y de las fake news sobre todo en Facebook para favorecer campañas como las de Donald Trump, Jair Bolsonaro y Mauricio Macri, entre varias otras.
Pero Netflix no es el único servicio de streaming obsesionado por el tema de los algoritmos y las manipulaciones. De hecho, HBO Max tiene una oferta tan o más amplia e interesante al respecto con documentales como “Fake Famous; Un experimento social irreal”, debut como director y guionista del periodista especializado en tecnología Nick Bilton, quien concibió un proyecto para exponer cómo se “construye” un influencer, proceso que demanda una inversión que incluye en muchos casos la compra masiva de bots o falsos seguidores.
Tras un breve prólogo, Bilton arma en Los Angeles un casting entre unos 4.000 aspirantes a influencers, pero – en vez de elegir a los que ya tienen más seguidores en Instagram- elige a tres veinteañeros (las estrellas de las redes suelen tener entre 18 y 25) con unos pocos cientos de followers: una actriz, un diseñador de ropa y un asistente de una inmobiliaria. El director y su equipo les compran miles de bots (también se aseguran de adquirir likes y engagement para cada posteo), les ponen a su servicio fotógrafos, maquilladores, vestuaristas, les alquilan una mansión o un falso avión privado y empiezan las campañas para convertirlos en estrellas de las redes sociales.
El experimento marcha increíblemente bien para Dominique, quien está dispuesta a todo y pronto se convierte en referencia para decenas de marcas y negocios; pero no para Chris, un afroamericano que quiere mantener su integridad y su autenticidad; ni para Wylie, que entra en pánico frente a las denuncias que recibe por tener muchos bots. De hecho, el documental informa que la mayoría de las estrellas (incluida, por ejemplo, Kim Kardashian) tienen entre un 50 y un 60 por ciento de seguidores falsos; es decir, adquiridos de forma no precisamente honesta, y muestra cómo las empresas chequean a partir de distintos softwares el origen de los mismos antes de ofrecer un viaje o unas joyas a un/a influencer.
El resultado es por un lado muy simpático y por otro bastante revelador respecto de un universo si se quiere menor o lateral dentro del boom tecnológico, pero que de todas formas genera adicción y angustia a millones de jóvenes que sueñan con convertirse en estrellas de las redes sociales.
En HBO Max también merecen verse “Posverdad: Desinformación y el costo de las fake news”, sobre el impacto de las noticias falsas en el comportamiento del ciudadano común; “Q: En el ojo de la tormenta”, notable serie sobre QAnon, influyente movimiento de ultraderecha muy cercano a Donald Trump que logró imponer de forma masiva ridículas teorías conspiranoicas y fake news; y “15 Minutes of Shame”, otra serie documental que tiene a Monica Lewinsky como una de las protagonistas y productoras para explorar el fenómeno de la humillación pública, el acoso cibernético y la explosión de los discursos de odio.
Por su parte, en YouTube se pueden encontrar desde “Citizenfour”, a esta altura un clásico de Laura Poitras – ganador del premio Oscar a mejor documental en 2015- sobre la revelación de documentos secretos por parte de Edward Snowden que prueban la vigilancia masiva y sistemática que las autoridades británicas y estadounidenses ejercen en Internet a escala global; y “Los limpiadores” (“The Cleaners”), que se centra en uno de los aspectos menos conocidos de las redes sociales como es la labor de los moderadores, personas que en tiempo real deben enfrentarse a imágenes y comentarios brutales por sus niveles de explicitud y de odio, lo que conlleva un nivel de presión y estrés difíciles de soportar, además -claro- de los riesgos de la censura previa.
Y, si la oferta de documentales resulta desbordante y angustiante, siempre se puede volver a la ficción con esa joya llamada “Red Social” (disponible en Paramount+, Movistar TV, Apple TV, Google Play), en la que el guionista Aaron Sorkin y el director David Fincher mostraron la génesis y las miserias detrás de Mark Zuckerberg y el surgimiento de ese fenómeno mundial llamado Facebook.
(*) Periodista y crítico de cine. Columnista de la Agencia Télam.