15-09-2020

María Claudia Falcone: sigue siendo inspiración para los adolescentes que la recuerdan

Por Leo Marcote (*) – Columna de la Agencia Télam

Leonardo MarcoteA 44 años de la noche en la que la dictadura cívico-militar secuestró y desapareció a un grupo de militantes y estudiantes.


Un grupo de jóvenes, en las afueras de La Plata, dibuja el rosto de Claudia en una casilla de madera que ellos mismos construyeron. Tienen pensado organizar allí un merendero para los vecinos del barrio. La misma situación se repite en varios lugares del país. En la Capital Federal, en el año 2000, un grupo de alumnos eligió el nombre de Claudia Falcone para su colegio. «Es nuestro ejemplo a seguir. Para mí Claudia representa la lucha. Dio su vida para que otros seamos libres», dijo un alumno del colegio.

María Claudia Falcone fue secuestrada el 16 de septiembre de 1976 en lo que se conoce como «La noche de los lápices». Tenía dieciséis años y estaba cursando el tercer año del secundario en el Bachilleratos Bellas Artes de La Plata. Criada en el seno de una familia peronista a los 13 años comenzó su militancia en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). Junto a distintas agrupaciones estudiantiles luchó, en la primavera del año ’75, por el Boleto Estudiantil Secundario. Claudia vivía a una cuadra y media de su colegio pero tenía una gran sensibilidad social que la marcó desde muy chica. Durante los años ’74 y parte del ’75 junto a sus compañeros enseñaban a leer y a escribir a las personas de los barrios más pobres.

Cuando se dio el Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, lejos de abandonar su militancia continuó con acciones de resistencia, denunciando desapariciones. Pero también, al modelo económico que puso en marcha el gobierno militar que devastó y empobreció a la clase trabajadora. Claudia resistió junto a su compañera María Clara Ciocchini hasta las primeras horas del 16 de septiembre de 1976 cuando un grupo de militares irrumpió en la casa donde las dos adolescentes estaban clandestinas.

A 44 años de su desaparición, hoy ya no quedan lugares oscuros para recordarla. Solo queda pensar a María Claudia Falcone desde la alegría y la entrega por un país mejor. Su corta pero intensa vida sigue siendo inspiración para los adolescentes que a menudo la recuerdan, que cambian los nombres de calles que recuerdan a personajes nefastos de la historia para colocar el nombre de una adolescente que ellos admiran. Claudia sigue cosechando amor. Su historia de vida y militancia conmovió a un sector del pueblo por el que ella misma luchó y dio su vida. Que el motor de sus ideales y su entrega siga contagiando corazones nobles. Vivirá siempre María Claudia Falcone en el corazón y en la dignidad de su pueblo.

(*) Autor del libro «María Claudia Falcone. Políticas revolucionarias en Bachilleratos de los años 70».