19-03-2017

35 años de periodismo, la grieta y caer en la tentación

Por Eloy Gómez Raverta (*) – Especial para F5 Diario

PeriodismoEloy Gómez Raverta - 1Treinta y cinco años en el periodismo me convirtieron en un tipo descreído, difícil de convencer. En un equilibrista, apasionado de la gambeta zigzagueante, amante del “…no soy de aquí, ni soy de allá…”, como dice la canción del recordado Facundo Cabral.

La búsqueda de la verdad, con rigurosidad y objetividad, fue el Norte que me impuse, el Norte que aprendí en la Escuela de Periodismo de la UNLP, cuando en esas aulas efectivamente el Norte era la enseñanza de periodismo. El Norte que transité en el ejercicio del “mejor oficio del mundo”, al decir de “Gabo” García Márquez.

Años de profesión para que a fines de la década pasada, una “edulcorada” oferta de “transar” a cambio de matar el pluralismo. “Too much”, fue hora de hacer lo necesario para que me “pegaran un portazo”. No dudaron, así lo hicieron.

Todavía perseguía el sueño de instalar un medio de comunicación alternativo en La Plata. Misión imposible. Apenas fue una racha de aire fresco en medio de una tormenta tropical. Resistí (algunos resistimos) hasta que pude (pudimos) y más temprano que tarde se escribió la “crónica de una muerte anunciada”. Otro diario que las “diagonales” de la ciudad vieron pasar sin pena ni gloria.


Prometí – y espero poder sostenerlo- no trabajar más en una empresa periodística que me marque una línea editorial. Todos los que jugamos este juego, sabemos de qué se trata. Los que juegan en las grandes ligas y los que están bajo la bota de pelagatos que sueñan ser los Magnetto del Siglo XXI.


 

Afortunadamente, la democratización de los medios que disparó Internet, garantiza un espacio plural impensado en otras épocas. Y ahí sí, en ese espacio sí se abre un interesante juego, que me interesa jugar. Un partido desparejo que coloca en un bando al poderoso – en términos económicos- periodismo tradicional, frente a desafiantes “entrepeneurs” que apuestan al cambio creativo desde sencillos blogs o sofisticadas webs.

Después de asimilar el fracaso, llegaron años de prensa institucional en un noble organismo que me permitió acceder a una mirada reñida con la lógica que mamé durante décadas en redacciones apremiadas por la primicia, la exclusiva, los buenos títulos de tapa y las urgencias de los cierres.

Muchos excelentes periodistas y comunicadores de defensorías del Pueblo de Iberoamérica me mostraron, y demostraron en la práctica, que es posible informar con perspectiva de derechos humanos, cuidando las formas, resguardando a los más vulnerables, ocupando el lugar del otro – del sujeto comunicacional-, sin perder competitividad y rating.

Después de larguísimas discusiones, con interminables matices, periodistas de medios y comunicadores institucionales de 20 países logramos puntos de entendimiento impensados, equilibrios justos y lógicos entre la labor periodística y el informar con perspectiva de derechos humanos. Un gran avance, un gran desafío, que algún día no muy lejano sentará cabecera de playa en los medios tradicionales más repelentes a los cambios.


Mientras tanto, en los últimos 14 años la Argentina sufre una “grieta” extremadamente difícil de sellar, tanto en la sociedad como en el posicionamiento de los medios de comunicación y particularmente en la labor periodística.


 

Hoy, todos los libritos que me enseñaron los buenos maestros de periodismo, que arrancaron por la pirámide invertida y la información descontaminada de opinión, tambalean frente al “periodismo militante”. Tambalean frente al tajante y repugnante “estás con nosotros o estás en contra nuestra”. Sí, hacen tambalear mi estructura de pensamiento profesional. Y todos los argumentos que intenté manejar en 35 años de periodismo, para poner distancia del hecho informativo e informar con la mayor objetividad posible, entran en crisis.

Y también hacen tambalear mi sentir personal.

Al fin, la irracionalidad argumentativa de los que profundizan la grieta en este bendito país, me ha hecho caer en la tentación – aunque aún intento resistir-, de tomar posición por uno de los bandos. En efecto, muy a disgusto, tomé posición por un bando:

– Estoy en el bando de los que trabajan todos los días;

– en el bando de los que pretenden recrear la cultura del trabajo por encima del asistencialismo;

– en el bando de los que entienden que mis derechos terminan donde empiezan los derechos del otro;

– en el bando de los que quieren moverse libremente sin quedar atrapados en laberintos de protestas descontroladas;

– en el bando de los que aún sueñan que todo mejore y no importa quién esté en el poder;

– en el bando de los que rechazan el apocalipsis extorsivo que se pretende instalar en el inconsciente colectivo;

– en el bando de los que creen que el sistema democrático se consolida con la alternancia de las fuerzas políticas en el poder;

– en el bando de los que piensan que los partidos están por sobre los movimientos personalistas;

– en el bando de los que mantienen líneas de conducta y coherencia ideológica;

– en el bando de los que apuestan a las ideas por encima de los hombres;

– en el bando de los que utilizan las medidas de fuerza con fines nobles;

– en el bando de los que colocan a las instituciones por sobre los hombres;

– en el bando de los honestos, de los dialoguistas, de los moderados, de los tolerantes;

– en el bando de los que luchan por desterrar la corrupción de la cosa pública;

– en el bando de los que pretenden erradicar la inseguridad de las calles;

– en el bando de los que quieren una justicia que actúe en tiempo y forma, de manera ecuánime y eficiente;

– en el bando de los que enarbolan las banderas indelegables de libertad;

– en el bando de los que resguardan la democracia de los desbordes autoritarios;

En definitiva, estoy en el bando de los que – como señala el Preámbulo de la Constitución Nacional- tienen el “…objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”.

(*) Periodista. Director de F5 Diario.