30-05-2021

SOLO EXCUSAS

Por Eloy Gómez Raverta // Algunas reflexiones sobre el robo de bicicletas. Un submundo oscuro en el que necesariamente hay compradores y vendedores «non sanctos» y autoridades sospechadas. ¿Hasta cuándo? ¿Tiene que ocurrir una desgracia para que alguien se ocupe?

Plaza Moreno - Bicicletas

En marzo de 2016 más de mil ciclistas nos congregamos en Plaza Moreno en reclamo de seguridad. Cinco años después, la problemática sigue vigente. (Foto de archivo)

Eloy Gómez Raverta - 1¡La joda no tiene fin! Este sábado, una ciclista fue asaltada a punta de pistola y se quedó sin su bicicleta. Ocurrió en Hudson, aunque el lugar es anecdótico. Los robos se repiten sin distinción de geografía, cada vez con mayor frecuencia, violencia e impunidad.

Sin embargo, para que el robo de bicicletas de alta gama siga, tiene que haber compradores y/o revendedores que hacen la vista gorda y acceden a rodados muy caros, de dudoso origen, a precios ridículos.

Necesariamente, tiene que existir un mercado negro. El creciente nivel de robos no hace más que visibilizar un oscuro submundo, que se mueve al amparo o con la complicidad de quienes tendrían que garantizar nuestra seguridad. Claro, con semejante  escenario, hay que olvidarse de que alguien investigue…

¿A dónde terminan las bicis robadas? ¿Hay bicicleterías que las maquillan y venden? ¿Las mandan rápido a destinos alejados del lugar del robo, a otras ciudades? Nunca aparece una bici de alta gama. Las pocas que la Policía recupera, son playeras o económicas. ¡Muy llamativo!

Mientras tanto, ¡qué siga la joda! Hasta que en un asalto ocurra una desgracia y entonces…

Los delincuentes y sus aliados enquistados en el poder, no pueden salirse con la suya. Hay que multiplicar los reclamos y visibilizar a quiénes no cumplen con su deber.

Sólo así les va a doler en serio. No podemos admitir que a tal policía o funcionario judicial le señalemos a dónde se producen los robos; le mostremos la casa de los ladrones; le aportemos datos de sus cómplices; y que nos digan que no pueden actuar. Qué no tienen órdenes. Qué están atados de pies y manos. Y no se cuántos versos más. Solo excusas que garantizan la impunidad.