Por Federico Diego van Mameren (*) – Columna de la Gaceta de Tucumán
¿Quién es el dueño de la gente? Alperovichistas y antialperovichistas se arrogan representar a la gente. Por la mañana, Manzur, Alperovich y Jaldo (compañero de fórmula de Manzur) advirtieron con sonrisas que la gente le había dado la espalda a la oposición. Por la noche, una multitud inusitada, sin líder a la vista y convocada por las redes sociales repetía a los gritos que Manzur y Alperovich debían irse porque le habían dado las espaldas al pueblo.
Como esas profecías autocumplidas, el oficialismo señaló que la oposición quería hacer lío para que se desmadre todo y se pierda de vista la derrota electoral. Los opositores denunciaban fraude.
Multitud, forcejeos, naranjazos, gases, balas de goma, heridos, caballos, gritos, peleas, palos, represión, desalojo, detenidos, corridas, cacerolazos, desmanes. Silencio oficial.
Si todo lo sabían, ¿para qué reprimieron? ¿Por qué Jorge Gassenbauer (ministro de Seguridad Ciudadana de Tucumán) y Paul Hofer (secretario de Seguridad,) callan? Si fue una trampa el Ejecutivo cayó en ella y ahora ya no se discuten votos. Si no lo fue, el Gobierno tendrá que explicar qué quiso hacer con los caballos y las balas. En ambos casos, prima la impericia. ¿Quién es el dueño de la gente? Ni los unos ni los otros. La sociedad profundiza sus amores y sus odios sin que los dirigentes asuman su responsabilidad de mantener la concordia.
(*) Periodista de la Gaceta del Tucumán.
25/08/15