La gobernadora electa prepara un gran cambio en la estructura ministerial, mientras que desde las cámaras ya se escuchan los primeros chispazos en Cambiemos.
Mientras se espera el resultado del balotaje del próximo domingo para definir nombramientos en virtud de cómo quede el armado político de cara a lo que se viene, la gobernadora electa de la Provincia, María Eugenia Vidal, tiene en carpeta hacer modificaciones en el Gobierno en base a una reforma a la Ley de Ministerios, mientras que desde la Legislatura ya comenzó a sentir roces en el propio Cambiemos.
En primer lugar, las modificaciones que se evalúan tienen que ver con la posibilidad de eliminar la Jefatura de Gabinete para unir sus funciones en la Secretaría General de la Gobernación, que estaría a cargo del dirigente porteño Federico Salvai.
De esta forma, las funciones de la cartera coordinadora pasarían a repartirse entre esa secretaría y el Ministerio de Gobierno. Además, se baraja la posibilidad de crear una superestructura para coordinar acciones entre la Provincia, la Ciudad y, eventualmente, la Nación, en caso de que Mauricio Macri acceda a la presidencia.
Sin embargo, la futura mandataria ya comenzó a sentir los primeros roces de una batalla que ya comenzó a darse en la Legislatura bonaerense, donde los representantes de Cambiemos, básicamente del PRO y el radicalismo, dieron los primeros chispazos en relación a cómo se plantarán ante la próxima composición de las cámaras.
Lo que sucedió fue que Horacio López, senador ligado al alfonsinismo, rechazó la posibilidad de formar un bloque común con el macrismo, lo que choca contra la postura del vice de Vidal, Daniel Salvador, quien cuenta en esta estrategia con la venia Ernesto Sanz.
“No hay ninguna posibilidad de armar un bloque con Cambiemos”, lanzó, tajante, López, en consonancia con lo que propone el jefe de la bancada radical, Carlos Fernández, aunque aseguró que se trabajará “articuladamente” en un interbloque.
A esta posición, a la que se sumarían Gustavo De Pietro y Marcelo Dileo, representa el primer revés para un Salvador que especula con tener una fuerza única y poderosa en la Legislatura, aunque desde su entorno reconocieron que esta estrategia es complicada porque “las posturas son muy duras”.