05-07-2023

Destrato

Un hecho de estricta actualidad, enmarcado en la furiosa interna del oficialismo, trajo a la memoria un episodio guardado en el arcón de los recuerdos. Hace 14 años, un periodista platense masticó bronca. La misma que hoy mastica ella.

Una tarde de 2009, cuando empezaba a marcar la cancha en el diario kirchnerista Diagonales, poco después de haber impuesto a un comisario político en la redacción, que le respondía ciegamente sin pensar, la blonda dama que aspiraba a ser intendenta de la ciudad de La Plata protagonizó un duro cruce con un periodista del medio.

El episodio arrancó con un despliegue de simpatía y seducción, que mutó rápido ante algunas agudas observaciones de su interlocutor, que pretendía maquillar de “hecho periodístico” el absurdo que le pedía la después devenida en concejala platense.

Palabra más o menos – entiéndase que ya pasaron 14 años- se produjo el siguiente diálogo:

– Tendría un mejor enfoque si buscamos presentar la información desde esta otra mirada…, intentó convencer el periodista a la precandidata.

– Pará, pará, pará!!! A vos no te pagamos para que pienses. Te pagamos para que obedezcas”, lo cortó ella, tajante, en tono imperativo.

Sin medias tintas, exhibió todo su poder. Igual, estaba claro, así lo había advertido tiempo antes el supuesto dueño del periódico, el empresario ultra kirchnerista que acaparaba una significativa porción de la pauta publicitaria oficial de la Nación en esos tiempos, Sergio Szpolski: “Todo lo que pida ella es una orden”, le dijo a la plana mayor de la redacción.

La conversación telefónica terminó con el redactor, que intentaba resguardar mínimamente las formas periodísticas, resignado a escribir el panfleto que le ordenó su “jefa”, que se comportó como si el diario fuera suyo. ¿O tal vez lo era?

La novela continuó con las instrucciones precisas de cómo había que presentar la noticia, que la tenía como protagonista excluyente. Hasta que se produjo un diálogo más o menos así:

– Bueno, fijate. Vos sabés de esto más que yo; armalo como quede mejor…, sugirió la frustrada intendenta.

– Disculpame, a mi no me pagan por pensar, me pagan por obedecer, así que dictame exactamente como querés que salga la nota…, replicó el periodista.

Esa fue la respuesta que recibió la “esposa” de la pauta. Y esa fue una de las últimas intervenciones que tuvo el escribiente en el staff de Diagonales.

Qué destrato te comiste: “No se me va a borrar fácil”, aseguraste, hace pocas horas, masticando bronca. Catorce años después, a mi tampoco se me borra.