05-11-2015

Las encuestas, fuera del ballotage

A días de segunda vuelta sobran las declaraciones cruzadas, los actos de campaña y los análisis de lo que vendrá, pero no así los sondeos, vedettes de las elecciones pasadas, perdieron terreno tras los últimos pronósticos fallidos.

imagen-encuesta-peruTodos los días, públicas y privadas, confiables y no tanto, las de unos y las de los otros: cada político que se precie de tal y que se juegue un cargo en una elección sabe que las encuestas son una herramienta clave para tener a mano la temperatura de las preferencias y las posibilidades que los votantes les dan de llegar.

Sin embargo, las últimas elecciones generales no solo fueron la constatación de un escenario sorpresivo para muchos, sino también la pared contra la que chocaron muchos encuestadores que pronosticaban resultados totalmente diferentes de lo que terminaron registrándose.

Daniel Scioli fue el caso paradigmático de un dirigente golpeado por los errores de las mediciones. Luego de esperanzarse con varios sondeos que lo daban ganador en primera vuelta, rompió su promesa de volver al escenario del Luna Park tras anunciar, con los dientes apretados, que disputaría el ballotage con Mauricio Macri.

Ni hablar de lo que sucedió en la Provincia. La elección de María Eugenia Vidal como gobernadora fue un movimiento que pocos pudieron ver. El “off course” que vaticinaba Aníbal Fernández cuando se le preguntaba sobre cómo pensaba que le iba a ir no era solo pedantería, sino una afirmación basada en varias encuestas que aseguraban que el oficialismo retendría el poder.

Tras una Paso en las que las mediciones habían sentido el impacto de unos cuantos errores, los comicios generales marcaron un quiebre en la valoración, por lo menos pública, de la importancia de unos números que terminaron dándole la espalda a lo que finalmente sucedió.

Y este camino hacia el ballotage, cuando las opciones se reducen a dos candidatos, las encuestas, salvo mínimas excepciones, brillan por su ausencia. Por lo menos las que llegan a conocimiento de una opinión pública que, curiosamente, tampoco las reclama.